El agua es esencial para que los riñones funcionen ya que necesitan suficientes fluidos para purificar los residuos y transportar la orina a la vejiga.
Un consumo alto de fluidos aumenta el volumen de orina que pasa a través de los riñones, lo que diluye la concentración de minerales, de manera que es más improbable que cristalicen y se formen piedras.
Si los riñones no funcionan correctamente, los desechos y el exceso de fluidos pueden acumularse en el cuerpo.